RECUERDOS
"Dedicado a mis padres, a mi hermana,
a mi mujer y mi hijo
y a mis compañeros fotógrafos
de Colores de Pasión."
Lentamente el invierno cede el paso a la primavera y el blanco del azahar va impregnando con su olor y su color las calles, plazas y jardines de Murcia, mientras una suave y cálida luz envuelve cada pequeño rincón del corazón de la ciudad.
Repentinamente, subiendo el Puente de los Peligros, me sorprende el lejano rastro de pequeñas luces y el solitario retumbar de un sobrio tambor. Veo los primeros nazarenos procesionar con túnicas de color azul cielo. Es Viernes de Dolores. Es Semana Santa.
A partir de hoy, y durante diez días, las escenas de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús van a recorrer las calles del corazón de la ciudad entremezclándose con las marchas pasionarias, los encuentros, los traslados... en un ambiente entre Arte, Pasión y Tradición con los nazarenos como grandes protagonistas.
Desde muy joven he vivido la Semana Santa de Murcia intensamente al haber pertenecido, a lo largo de más de veinticinco años, a varias Cofradías; y ahora, a pesar de mantenerme alejado de ellas, aún me emociono al recordar tantos momentos vividos en ellas en una mezcla de fe y cultura.
En estos días se reaviva en mí el recuerdo del profundo silencio en los momentos previos a la salida del paso, preparado bajo la vara mientras esperaba el seco golpe de estante de nuestro Cabo de Andas con su :
“¡¡Vamos señores!!”.
Me conmueve apreciar el enorme esfuerzo de los estantes que portan y soportan el peso de los tronos y verlos abrazados a su vara, mientras siento el chasquido de la vieja madera de la tarima a cada toque de estante.
Ver los lastimados pies descalzos, tras el oculto y anónimo rostro de un penitente, cargando su cruz y siguiendo el sordo toque de burla y tambores.
Escuchar el tañer sublime de la campana, mientras se acerca el Nazareno siguiendo la sutil estela de luz de los cirios que le preceden.
Ver la sonrisa del niño, junto a sus padres, al tomar con sus pequeñas manos los caramelos de un penitente como si fuera su mayor riqueza.
Sentir los suspiros y rezos de la gente al paso de “su cristo” o de “su virgen”, temiendo ser la última vez.
Admirar las hermosas imágenes que componen nuestros “pasos”, auténticas obras de arte capaces de emocionar hasta el más mínimo detalle.
Oler el humeante incienso quemado y el aroma de las flores que, sutilmente, decoran los tronos mientras suena incesantemente el “tintineo“ de las lágrimas de las tulipas.
Escuchar emocionado “la madrugá” y sentir encumbrar el trono, con tal fuerza, como si quisiera tocar el cielo estrellado de Murcia.
Ver a los niños, las jóvenes promesas, vestidos con la túnica de su Cofradía, distintivo de continuidad y garantía de futuro.
Y es que son numerosos los motivos que me emocionan y hacen vivir la Semana Santa con la pasión de nazareno que mis padres me infundieron.
Ahora, con más de cincuenta años, estoy en otro momento de mi vida, y lo vivo de forma diferente junto a mi mujer y mi hijo.
A su lado intento plasmar en fotografías esos sentimientos, esos recuerdos, esos Colores de Pasión que recorren con sobriedad y elegancia nuestras calles; y crear unas imágenes que transmitan la emoción de cada instante, las vivencias de aquellos inolvidables años.
A pesar del tiempo transcurrido y mis circunstancias personales, me sigo sintiendo nazareno y profundamente arraigado a mi tierra, a mi cultura, a mi fe y a mis tradiciones y de esta forma lo comparto hoy en día con mi mujer y así se lo trasmitimos a nuestro hijo.
Y ahora voy a seguir viendo la procesión…
“Las procesiones de Murcia
son dignas de admiración,
porque te dan caramelos
de fresa, menta y limón”.
Ricardo López Rubio
(DATOS EXIF - D7100 - ISO 200 - 140mm - f/5,6 - 1/1000 sg.)