"Ese instante en el que la vida se detiene de repente para que yo la capture con mi máquina"

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Tras mi foto, ¿Por qué?

TRAS MI FOTO es el motivo que me ha llevado a compartir con el mundo algunas de las aficiones que más llenan mi vida y que ocupan gran parte de mi tiempo libre.
La fotografía y la escritura me proporcionan la libertad que necesito. Con ellas expreso mis sentimientos, mis vivencias y mis inquietudes.
TRAS MI FOTO es un baúl, el cual iré compartiendo y llenando, poco a poco, paso a paso y foto a foto.
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jueves, 16 de julio de 2015


Curioso.




No es extraño hoy en día tener la sensación de sentirse observado. Apreciar que los que están alrededor hablan de ti y notar que tus movimientos son sutilmente estudiados por otros con un, llamémosle, dudoso buen fin.

El papel del ilustre cotilla, del curioso o del chismoso, utilicen el termino que deseen, es desde muy antiguo, un "oficio" enraizado en nuestra cultura popular.

Criticar y juzgar al prójimo, entrometernos y opinar gratuitamente en la vida de los demás es algo que el ser humano porta en sus venas desde tiempo inmemorial, y aunque es algo intrínseco, no por ello es algo por lo que nos podamos sentir orgullosos.

La libertad con la que estos individuos hablan de los otros no es más que con el enfermizo ánimo de destruir, provocar discusión, malestar, generar malos entendidos y crear disputas innecesarias entre nosotros. 

Porque el chismoso es un ser aburrido, con una vida plana, ambigua, monótona. Suele ser envidioso, inconformista, egoísta, insensible y carente de valores morales. ¡Cuántas discusiones se han generado por culpa de los chismosos!

Cotilla : “¿Sabes que Fulanico..?”, “Me he enterado de Fulanico que…”, “Me han dicho que Fulanico y Fulanica están liados…” etc, etc, etc.

Y es que ya nadie está a salvo de ser espiado, criticado, mal interpretado, juzgado, vilipendiado.

La envidia, ese deporte tan practicado en nuestro país, transita por nuestras venas y antes o después la sacamos a flote para liquidar, destruir y humillar al otro.

Un buen amigo me decía que procurara ser dueño de mis pensamientos y nunca esclavo de mis palabras porque lo dicho, dicho queda y levantar ese testimonio es una labor prácticamente imposible de llevar a cabo. 

Sólo nos queda llevar cuidado con ellos y no caer en sus podridas garras para no convertirnos en uno de su especie.


Y es que son como los fantasmas. Están por todas partes y ni ellos mismos saben lo que son, ni el mal que están haciendo.

Ricardo López Rubio
(Datos EXIF - D7100 - ISO 100 - 130mm - f/5.6 - 1/800 sg.)

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