Momentos.
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Quien más o quien menos alguna vez hemos buscado entre nuestras viejas pertenencias aquellos objetos que celosamente guardamos hace tiempo y que, por no habernos desprendido de ellos en ningún momento, hoy siguen descansando dentro de una polvorienta caja de cartón sobre un altillo o en un carcomido y arrinconado baúl en el desván.
Y es que, en algún lugar de nuestra casa, disponemos de un pequeño espacio donde depositar algunos de esos elementos materiales que, en una etapa de nuestra vida, fueron útiles e importantes para nosotros y ahora, por no desprendernos de ellos, siguen ahí, en silencio, esperando que alguien, de vez en cuando, los airee para ayudarnos a recordar un tiempo pasado.
Hace unos días, con el pretexto de revisar algunos objetos olvidados que guardo en un viejo baúl, me encontré una antigua pluma estilográfica de mi padre. Una vieja Parker de plumín pequeño y plateado, de carga de tinta por el sistema de émbolo y desgastada externamente por su uso y por su tiempo.
Al cogerla con mis manos y notar el leve grabado con su nombre, no sólo recordé a mi padre, sino a las muchas veces que lo ví escribiendo con esa pequeña pluma.
Recordé su lugar de trabajo, rodeado de papeles, de carpetas, de su teléfono, de su vieja máquina de escribir y rodeado por personas que entraban a su despacho y le requerían información y que sólo mi padre les podía aportar.
En ese preciso instante sentí la verdadera fuerza y soporte que los objetos nos pueden proporcionar para recordar momentos, instantes de nuestra vida y de nuestra historia que dábamos por olvidados.
Momentos que son capaces de transportarnos a otro tiempo y hacernos sentir la historia que llevan consigo.
Momentos, episodios de nuestra vida o capítulos de la historia que inexcusablemente nos acompañan día tras día.
Ricardo López Rubio
(Datos EXIF - D7100 - ISO320 - 48mm - f/5,6 - 1/1600 sg)
(Datos EXIF - D7100 - ISO320 - 48mm - f/5,6 - 1/1600 sg)