Razón.
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Es curioso, en los tiempos que corren últimamente, como las personas seguimos manteniendo disputas dialécticas por contenidos, la mayoría de ellos, sin ningún interés ni trascendencia.
Por ejemplo, las diferentes y numerosas opciones políticas que hoy nos brinda el extenso abanico de partidos hacen que cada uno de nosotros puede encajar, más o menos, en un grupo u otro, pero lo que no ha cambiado con el paso del tiempo y de los distintos ideales es la falta de respeto hacía lo que opine el otro.
Se mantiene la lógica aplastante. Debe imperar “lo que yo diga”, “lo que yo disponga”, “lo que yo piense”… y, ante esto, ya no interesa lo que el otro diga, lo que el otro disponga o lo que el otro piense.
Esto a menudo ocasiona que no departamos en una conversación por temor a salir trastabillados en un cruce de insultos y de locuaces y académicas afirmaciones por parte del otro, y recurrimos al conocido e inteligente gesto del “ver, oír y callar”
“Llevo razón!!!!”, dice él con quijotesca pose.
Y es que la imposición dialéctica es una armadura que deja bien a las claras el tipo de persona que uno es. Un ser intransigente, dominante, prepotente, débil y aburrido. Un ser sin más argumentos salvo a los que con su conversación nos lleva. Un ser sin futuro, con escasa amplitud de miras y muchas veces vacío de valores y carente de respeto hacia los demás.
Comunicación y respeto conviene que vayan de la mano y a pesar de las diferencias o discrepancias, creo que debemos continuar escuchando y conocer lo que piensa y lo que siente el otro.
Eso, entre otras cosas, nos hará crecer, lo contrario nos llevará a ser personas solitarias incomprendidas y poco a poco, olvidadas.
Ricardo López Rubio
(Datos EXIF - D7100 - ISO100 - 17mm - f/6.3 - 1/320 sg)