Fotografía
Desde siempre se ha utilizado la fotografía como el recurso para
rescatar visualmente momentos del olvido, dar luz a los recuerdos, tocar y
revivir nuestro pasado. Algo así como contar historias.
Es curioso como de
unos años a esta parte ha proliferado la afición por la imagen y la necesidad,
cada vez mayor, de hacer uso de ella.
El tránsito de la era analógica a la digital ha sido la eclosión
del mundo fotográfico como un poderoso medio de expresión en todas los ámbitos
y al alcance de todas las clases sociales.
Con la
sofisticación y pluralidad de los distintos dispositivos móviles de los que
disponemos, el crear una fotografía se ha convertido últimamente en un acto impensado
y cualquier elemento que transita por delante de nosotros puede ser capturado
sin ningún tipo de esfuerzo ni conocimientos previos.
La cercanía de las
nuevas tecnologías y la sencillez de uso de las redes sociales han ayudado mucho
a esta globalización descontrolada de la imagen que continuamente nos llega a
nuestros dispositivos electrónicos.
El abaratamiento de estos elementos tecnológicos ha sido el
componente que faltaba para que el hecho de realizar una fotografía se
convierta en una tarea compulsiva donde ya no existen límites de ninguna clase.
Captar esos momentos y
detalles, dejando constancia del período y lugar vivido, y que además podemos
ver en tiempo real, no sólo nosotros, sino el resto del planeta se ha
convertido en un elemento muy atrayente e incluso cautivador.
A primera vista todo parece fluir positivamente para el entorno fotográfico,
(globalización, cercanía, abaratamiento...), pero no es así, ya que actualmente
cualquier pretexto es bueno para hacer una fotografía y lamentablemente
obviamos criterios, técnicas o leyes compositivas que acompañan a una buena
imagen.
Hemos olvidado que
la fotografía es emoción, es sentimiento, es pasión, es recuerdo y, por
supuesto, es arte.
Es una expresión plástica capaz de captar, en un imperceptible intervalo
de tiempo, un momento de nuestra vida y dejar presente en cada una de ellas un
trozo de nuestra alma.
La fotografía
tiene que contener intención y estar al tanto de que hay un por qué del autor
detrás de cada imagen.
La fotografía
sintoniza con lo que le sucede al fotógrafo, que medita, piensa y siente en el
momento de apretar el disparador.
La fotografía es
equilibrio, unidad, sutileza, predictibilidad, realismo, continuidad y,
por tanto, necesita su tiempo y su forma para ser plasmada de forma correcta.
La fotografía está
inmersa en un modelo de cambio donde todos y cada uno de nosotros mostramos
nuestra opinión haciendo de ella un mero instrumento comunicativo y obviando su
carácter artístico y pasional.
La magia que desde
siempre ha significado el poder admirar una fotografía en papel fotográfico,
hasta incluso haber formado parte del lento y mágico proceso de revelado
químico, ha sido absorbida ante el agresivo empuje del mundo digital sobre el
analógico en el que prima la instantaneidad como la característica principal.
Esto ha provocado
que marchemos en el mismo sentido, buscando lo mismo, retratar lo mismo, pero
antes que nadie y, por tanto, sacrificando calidad y obviando donde está la instantánea
en ese preciso momento.
Si sientes pasión por la fotografía y luchas por evitar lo efímero
de cada imagen, seguro que sabes de qué estoy hablando. Verdad?
Ricardo López Rubio
(Datos EXIF D-7100 - ISO 3000- f/5,6 - 1/200 sgs)