Agustín es una de las personas más especiales e interesantes que he conocido en mi vida. Es diferente al resto por su forma de ser y de comportarse con los demás. Evidentemente todos los seres humanos somos diferentes, pero hay personas que, por unas u otras razones, los hacen aún más y ese es Agustín.
Agustín es un hombre cordial, amable, educado, fiel, leal, serio, responsable, soñador y tremendamente luchador.
Agustín se ha hecho a sí mismo, gracias al fruto de su trabajo y dedicación, y a la increíble confianza que tiene en su potencial y capacidad de trabajo para proyectar sus ideas y sus principios en hechos reales.
Escuchar a Agustín supone un regalo para los sentidos, su convicción y seguridad en las palabras que salen de su alma y de su boca son extraordinarias y, al mismo tiempo, rezuman paz y tranquilidad.
No levanta la voz, no se exaspera y escucharlo es como un paréntesis en la vida donde su tono de voz se hace bálsamo y no deseas que concluya nunca.
Agustín no dice lo que piensa, él piensa lo que dice, y mientras persiste ese intervalo de tiempo cierra sus ojos y agacha su cabeza concentrando todas sus energías en expresar lo mejor posible lo que piensa.
Es una persona creativa que sueña con conseguir grandes objetivos pensando muchas veces en el bien de la sociedad para favorecer el crear un mundo mejor.
Ecológico hasta la médula disfruta de la naturaleza y de su gran pasión, la que ha llevado hasta el extremo, la bicicleta.
Ha hecho de la bicicleta su medio de transporte habitual y resulta extraño verlo alejado de ella.
Apuesta ciegamente como el medio de sostenibilidad más importante que existe y reúne todo sus esfuerzos profesionales, personales y deportivos en que la bicicleta alcance ese rol para poder hacer una sociedad más justa, más equilibrada y sostenible.
Agustín es de las personas que calan profundamente y con la que uno se siente cómodo y tranquilo mientras te habla. Sabe escuchar y respetar los tiempos de la comunicación, aspecto tan olvidado últimamente en nuestra sociedad.
Retratar a Agustín ha sido una enorme sesión terapéutica para mí donde la cámara fotográfica ha hecho su trabajo captando el rostro sereno, en paz y sincero de una buena persona. Una persona buena de verdad.
Gracias Gus.